Sobre mi nik

Placerdemivida es un personaje de Tirant lo Blanc, una célebre novela de caballerías valenciana del siglo XV. Es una doncella de la corte de Constantinopla que media en los amores entre el caballero Tirante y la princesa Carmesina. También ayuda a otras parejas a unirse, pero paradójicamente no es correspondida por el caballero en el que ha puesto sus ojos. Y es que, al margen de sus pros y sus contras, es inteligente y no se molesta en disimularlo, el único defecto que un hombre es incapaz de perdonar en una mujer... ¿de la "época"?




domingo, 30 de octubre de 2011

No recuerdo si fue a finales de mayo o a principios de junio. Recuerdo, eso sí, que iba por el tercer gintonic cuando me asaltó el recuerdo del teléfono de Muka. Sin más, cogí el móvil y le llamé. Me di a conocer, él me saludó y me quedé sin habla. Cuando me dijo: "¿querías algo?" le dije que no, me disculpé y colgué. En realidad sí quería. Quería decirle que mi madre había muerto y que yo tenía que pasar por un quirófano por primera vez en mi vida y estaba asustada... pero no se lo dije. Si cuando estábamos juntos no podía contar con él, para qué decirle nada ahora? NO se lo dije y mejor para ambos: seguro que él también prefiere no saberlo.

sábado, 27 de marzo de 2010

Inacabada, ya seguiré cuando tenga ganas

Mataría por un abrazo tuyo. Por un largo e interminable paréntesis entre tus brazos. Temblando y sintiéndote latir. No quieres carnalizarte y a mí me supera el platonismo, aunque sé que es mejor así.

Renovando

Pensando en lo que queda atrás de familia, amig@s y amores que deberían desaparecer de la memoria. Pensando en los vestigios de un día chungo, en los servicios de atención al cliente, en los psicodramas del trabajo. Pensando en las vacaciones, en desconectar, en volver a escribir, en un amor platónico que no quiere carnalizarse. Pensando en no pensar.
Aquí de nuevo renovando mi pensamiento con nuevos colores y tonalidades. No se puede abandonar algo durante tanto tiempo. No puedo abandonarme durante tanto tiempo. No puedo y no debo.

Mi consciencia

Es en presencia de mis amig@s cuando tomo consciencia de quién soy y sé lo que soy. Y tomo consciencia del poder creativo de las palabras que hasta ahora sólo servían para herir, ordenar, etiquetar, competir y comparar. Y sé que un abrazo tiene más poder curativo que todos los ansiolíticos de la tierra. Y entiendo que soy dimensión y pasión, que el fuego calienta y no sólo quema, que el agua no siempre ahoga, que las palabras del presente pueden cambiar la visión que se proyecta desde el pasado, que una sonrisa se puede ofrecer y compartir y que reír contigo siempre será mejor y más gratificante que reírme de alguien.
Soy agua y fuego y puedo volar desde la tierra. Pero siempre estarás conmigo.

sábado, 31 de octubre de 2009

LOBA




EL QUE NO SABE AULLAR, JAMÁS ENCONTRARÁ SU MANADA.

viernes, 25 de julio de 2008

Poemas visuales

Para compartir con tod@s mis amig@s, la obra de un compañero que no se decide a exponer... ¡y mira que le insistimos! Disfrutadlos.


Sobre ser, estar y, sobretodo, parecer

Dicen que el reconocimiento de los demás, de la manada, es lo que te identifica como individuo, lo que hace que tomes conciencia de lo que eres y de quién eres. ¿Pero qué ocurre cuando aquellos que te rodean y sabes que te reconocen y te aprecian sólo se rigen por lo que pareces y no por lo que eres? En nombre de la amistad y de la confianza ¿es más importante estar y parecer?
Uso términos lingüísticos por dos razones: porque soy filóloga y porque mi reflexión es por un ex compañero de trabajo filólogo que me ayudó en una ocasión especialmente difícil: él me llevó a casa el día que cogí la única baja laboral de mi vida. Fue una baja por depresión y yo no podía dejar de llorar. Le consideré amigo desde entonces, porque estuvo a mi lado y porque era tal su empatía y su capacidad de ponerse en la piel de los demás que sentía conmigo mi dolor. Tiempo después, ya recuperada, me comentó algo sobre mi personalidad, que él considera fuerte y que creo que lo es, y que por ello describe como una personalidad masculina. Me dijo que lo de ser mujer es algo que siempre llevaré mal porque yo soy un hombre. Algo perpleja, consulté con un buen amigo, de esos de toda la vida, y me dijo que yo suelo hacer cosas propias del género masculino, a saber: digo con franqueza que hay cosas que no me gustan y me niego a hacerlas, hablo abiertamente de sexo y de erotismo y, en la medida de lo posible, procuro valerme por mi misma.
Vaya vaya...
O sea, que ésto lo hacen los hombres...
Y yo que creía que eran derechos humanos universalmente reconocidos...
Veamos:
Ni por asomo voy a justificar mi feminidad porque creo que soy bastante más femenina de lo que es capaz de aguantar un hombre normal, aunque no lo demuestre cultivando ese aire de cautivante indefensión que parece tan atrayente. Por ejemplo, soy buena en mi trabajo, me ha costado serlo y no me avergüenza. Y no pasé siete años en la universidad y me licencié en dos filologías para que mis compañeros de trabajo me miren con aprovación "de género" o con deseo, porque cuando quiero conseguir algo así me voy de marcha y no me levanto de madrugada para empezar a currar a las ocho de la mañana en un pueblo de la provincia que, durante dos años, me ha costado dos transbordos diarios, media hora de autovía, una depresión y morderme la lengua para no poner una denuncia a alguna de mis jefas que tendía a olvidar el verdadero significado de la palabra ética. Hablo de sexo por lo mismo que hablo de literatura, de cine, de música y de teatro: porque me gusta. Y hablo de todos estos temas con un lenguaje adecuado a la educación que he recibido y de la que me siento orgullosa. No hago cosas que no deseo hacer porque no hay ninguna razón para hacerlas, pese a la amenaza de la etiqueta "hombre" que, por cierto, no considero un insulto, sólo una apreciación equivocada. Tengo un caráter fuerte, que no es lo mismo que tener mal carácter. No me gusta obedecer, lo cual no quiere decir que me guste mandar. Me niego a pensar que ser hombre o ser mujer es algo malo y me niego a que se me pongan etiquetas gratuítas y ligeras que no tienen nada que ver conmigo. Y al margen de la modestia femenina tan apreciada por los machos de mi tribu, recuerdo que Atenea era diosa de la inteligencia y de la guerra, a partes iguales. No por mucho madrugar amanece más temprano y no por mucho suspirar se demuestra más feminidad.
Mi compañero y amigo me vio completamente hundida en uno de los momentos más vulnerables de mi vida. Después, cuando me vio recuperada, me puso la etiqueta de "hombre" y yo sé que lo hizo sin mala intención y quiero pensar que es su forma de celebrar mi recuperación y reconocer la fuerza de mi carácter. Pero me decepciona que me niegue mi feminidad sólo porque la expreso de un modo que él es incapaz de entender o de compartir. Me decepciona y me duele.
Mi compañero y amigo sabe que, cuando alguna de las personas que me rodean está mal, tiendo a abrazarla. Sin ánimo de ligar y sin que me detenga lo que los demás puedan pensar. Abrazo a mis amigos cuando lo necesitan y les doy mi cariño, mi comprensión, mi protección y mi apoyo como sólo una mujer es capaz de hacerlo. Mi amigo es un maestro del lenguaje que me supera en conocimientos, en pensamiento y en retórica y por ello sé que , por mal que pueda llegar a sentirse, jamás pierde esa agudeza que a él le hace enaltecerse como persona y que a mi me hace parecer tan... "hombre".
Y seguiré estando aquí cuando mi "ser" y su "parecer" nos permitan a los dos "ser" y "estar". Como amigo que le considero le sigo llevando en mi corazón. Como sólo una mujer es capaz de hacerlo. Porque soy mujer y porque -fíjate bien- también lo parezco.