Sobre mi nik

Placerdemivida es un personaje de Tirant lo Blanc, una célebre novela de caballerías valenciana del siglo XV. Es una doncella de la corte de Constantinopla que media en los amores entre el caballero Tirante y la princesa Carmesina. También ayuda a otras parejas a unirse, pero paradójicamente no es correspondida por el caballero en el que ha puesto sus ojos. Y es que, al margen de sus pros y sus contras, es inteligente y no se molesta en disimularlo, el único defecto que un hombre es incapaz de perdonar en una mujer... ¿de la "época"?




viernes, 18 de abril de 2008

DE-SA-ZO-NA-DO. (Podría ser una bossanova)

Hace ya unos días que quiero escribir algo y mis vísceras visibles e invisibles (mente, alma, corazón entre otras) no se arrancan a hablar por mi. Participo asíduamente en un foro en el que nadie me hace ni puto caso, ni siquiera para agradecer los elogios que a veces les dedico y que son profundamente sinceros. Nada, me ignoran, como el divo que ignora a su mejor fan pero acepta condescendiente sus elogios, dejándola existir y pulular a discreción por sus dominios. A mi vez, yo ignoro a mis seguidores de otro foro en el que se reclama mi participación, erigiéndome en diva condescendiente. Y entre ignorar y ser ignorada, me siento invadida por eso que los entendidos dan en llamar astenia primaveral, que es como una depresión leve con ambiente soleado y las aguas mil del abril de Machado. Los no tan entendidos lo llaman desazón en castellano, saudade en portugués, despago en valenciano. Términos distintos que resumen un mismo estado de ánimo DESAZONADO.
Y me olvido de mis amig@s y de mi manada de cisnes y lobas y de toda mi familia emocional. Me olvido de su calidez y permito que la desazón me invada y me congele las vísceras lentamente.
En menos de un mes me he visto obligada a plantearme la posible muerte de dos de mis seres más queridos. En el mismo mes en que murió mi padre, hace ahora treinta años. Me mira desde la foto de la consola del hall y pienso, como todos los días, cómo he podido vivir sin la calidez de esa mirada, con la frialdad de mi vida de superviviente emocional calándome los huesos.
Y añado un nuevo motivo a mi "saudade", que suena más a bossanova.
Hoy me he planteado seriamente la posibilidad de dejar el mundo de la enseñanza. Hace años me lo planteé también porque pensaba que no estaba hecha para este trabajo pero, a día de hoy, estoy convencida de que es mi verdadera vocación. Y es más: estoy convencida de que lo hago bien. Por desgracia, no encajo en el perfil que solicita la empresa: la administración quiere una profesora puntual al entrar en clase y puntual al salir de ella y poco le importan las horas extras. La administración quiere una profesora que, al menor contratiempo, pida una excedencia, un permiso o una baja por ansiedad por cualquier problema personal por mínimo que sea, o porque se ve incapaz de ganarse el respeto de su alumnado. La administración manda inspectores que te hablan en un tono que se guardaría mucho de emplear el peor y el más expedientado de tus alumnos. La administración considera que casi veinte años de experiencia, el mal trago de un tribunal de oposiciones, el respeto de tus alumnos, la consideración de tus compañeros y el agradecimiento de las familias son irrelevantes, porque lo único que decide tu futuro profesional es tu capacidad de aguante ante la agresión verbal y la mala educación de sus inspectores. La administración quiere una funcionaria, lisa y llanamente.
Y yo, diez meses después de haber aprobado las oposiciones, me estoy dando cuenta de que mi sueño no fue nunca ser funcionaria, sino ser PROFESORA.
De ahí que aumente mi astenia, mi saudade, mi despago, mi DESAZÓN

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