Sobre mi nik

Placerdemivida es un personaje de Tirant lo Blanc, una célebre novela de caballerías valenciana del siglo XV. Es una doncella de la corte de Constantinopla que media en los amores entre el caballero Tirante y la princesa Carmesina. También ayuda a otras parejas a unirse, pero paradójicamente no es correspondida por el caballero en el que ha puesto sus ojos. Y es que, al margen de sus pros y sus contras, es inteligente y no se molesta en disimularlo, el único defecto que un hombre es incapaz de perdonar en una mujer... ¿de la "época"?




sábado, 15 de marzo de 2008

Cuentos y fragmentos

Es inexplicable la facilidad con que nos desprendemos de personas y afectos cuya influencia impidió que nos convirtiéramos en parias. Basta con creer que nos estorban, y eso ocurre cuando confundimos la fuerza que poseemos gracias al amor de los demás con una conquista personal que realizamos por nuestros propios méritos. La soberbia cercena vínculos con mayor crueldad que el odio, porque éste, para existir, necesita nutrirse del contacto con su objeto. El soberbio no necesita a nadie.
(Maruja Torres: Mientras vivimos)

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LAZOS DE FAMILIA (JULIO CORTÁZAR)

Odian de tal manera a la tía Angustias que se aprovechan hasta de las vacaciones para hacérselo saber. Apenas la familia sale hacia diversos rumbos turísticos, diluvio de tarjetas postales en Agfacolor, en kodachrome, hasta en blanco y negro si no hay otras a tiro, pero todas sin excepción recubiertas de insultos. De Rosario, de San Andrés de Giles, de Chivilcoy, de la esquina de Chacabuco y Moreno, los carteros cinco o seis veces por día a las puteadas, la tía Angustias feliz. Ella no sale nunca de su casa, le gusta quedarse en el patio, se pasa los días recibiendo las tarjetas postales y está encantada.

Modelos de tarjetas: «Salud, asquerosa, que te parta un rayo, Gustavo». «Te escupo en el tejido, Josefina». «Que el gato te seque a meadas los malvones, tu hermanita». Y así consecutivamente.

La tía Angustias se levanta temprano para atender a los carteros y darles propinas. Lee las tarjetas, admira las fotografías y vuelve a leer los saludos. De noche saca su álbum de recuerdos y va colocando con mucho cuidado la cosecha del día, de manera que se puedan ver las vistas pero también los saludos. «Pobres ángeles, cuántas postales me mandan», piensa la tía Angustias, «ésta con la vaquita, ésta con la iglesia, aquí el lago Traful, aquí el ramo de flores», mirándolas una a una enternecida y clavando alfileres en cada postal, cosa de que no vayan a salirse del álbum, aunque eso sí clavándolas siempre en las firmas vaya a saber por qué.

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